Doctorado en Educación en Especialidad en Mediación Pedagógica
Grupo G10-A: Medios Digitales
Gilberto Hernández Quirós
La Autoorganización, Interconectividad y Sostenibilidad de la Información en los Medios Digitales
ghernandez@ulasalle.ac.cr http://chifladuragilberto.blogspot.com
Todas las sociedades del mundo se enfrentan día tras día a enormes y diversos grados y magnitudes de problemas relacionados con la desigualdad de género. La educación, como herramienta para mediar los procesos de transformación y eventualmente de cambio, debe ser utilizada funcionalmente para combatir estas desigualdades por el bien de todos los habitantes del planeta.
“Lo sorprendente no es que haya tantos problemas, tanta tragedia social y personal, que con tanta frecuencia desarrollemos relaciones disfuncionales provocando dolor a nosotros mismos y a otros. Dada la carga de distorsiones, desinformaciones, condicionamientos negativos y la simple tontera con que hemos vivido durante tanto tiempo, lo sorprendente es haber logrado funcionar.” -Eisle
Claramente somos víctimas, testigos e inclusive cómplices de la situación de desventaja que, en muchos casos se ha consolidado y/o institucionalizado donde las mujeres, en comparación con los hombres, sufren directamente respecto de accesos a bienes y servicios sociales que determinan su calidad de vida y las de sus progenitores, en especial la de sus hijas.
Las mujeres han sido y continúan padeciendo diversos tipos de discriminación de índole legal, educacional, cultural, política y económica. Todo forma un conjunto de opresión que, en muchas ocasiones, imposibilita un enfrentamiento objetivo que conduzca a una superación parcial de tales condiciones sociales de discriminación.
En el libro Nuevos Caminos Hacia el Empoderamiento y el Amor Eisle afirma que “es posible crear un futuro más equilibrado y menos insano – donde la violencia y la dominación, junto con la disfunción sexual y espiritual, dejen de considerarse “sólo la forma como son las cosas”. Y es precisamente a “estas cosas” a las que nos hemos acostumbrado a vivir y que, conscientemente o no, seguimos perpetuando en nuestro diario vivir.”
Para lograr el cometido del que habla Eisle, es importante resaltar que aquellos países que aseguran espacios para que las mujeres progresen, son más exitosos en la forma de abordar los problemas de desigualdad de género tan difundo en las sociedades del mundo. No obstante, es contradictorio reconocer el hecho que la mayoría de los niños y niñas del mundo reciben la educación directamente de una y varias mujeres, sea esta su madre o bien su maestra en la escuela y, a pesar de esto, pareciera que recibieron una educación caracterizada por la exclusión y el menosprecio de género o caracterizada por un pensamiento terriblemente favorable a los hombres y enajenador de las mujeres.
El camino hacia políticas y estrategias y decisiones de inversión en educación con equidad de género
La equidad de género en la educación es impostergable si deseamos cumplir con objetivos que van más allá de la importancia que los mismos tengan respecto del desarrollo humano. Estamos hablando de derechos humanos básicos que empiezan desde el hogar y deberían prolongarse a través de toda la vida por medio de la educación formativa y la información en los medios de prensa. Es preciso asegurar que la utilización y de la difusión de la información a través de cualquier medio masivo, especialmente los tecnológicos, asegure la promoción de la equidad y no perpetuar las desigualdades o la utilización de la mujer con objetivos discriminatorios.
Autoorganización, interconectividad y sostenibilidad en género
La verdadera educación caracterizada por la paridad y equidad de género debe contemplar igualmente la triada de autoorganización entre hombres y mujeres, la interconectividad sin opresión y la sostenibilidad equitativa entre géneros para asegurar que cada sociedad, por más diversas que estas sean, fomenten y fortalezcan todo tipo de acceso y calidad de vida tanto para hombres como para mujeres con indicadores claros de mejoramiento continuo.
Los indicadores de la calidad de educación deberían mostrar una alta participación femenina. Lo anterior es un gran reto para los países en desarrollo donde la mujer ha sido y sigue tradicionalmente relegada a las labores del hogar y a la crianza de los niños sin poder tener acceso a la educación y, en muchos caso, sin tener derechos sobre su propia sexualidad y libertad de expresión. Hay miles de ejemplos de polarización y discriminación en todos los niveles.
El historiador de la cultura Bram Dijkstra dice en su libro Idols of Perversity que: “La ciencia les demostró que la desigualdad entre hombres y mujeres, como entre razas, era una simple e inexorable ley de la naturaleza.” De modo que, apunta Eisler, “cuando aumentó la resistencia de las mujeres al esfuerzo de los hombres por enseñarles –en nombre del progreso y la evolución- cómo debían comportarse dentro de la posición asignada en la civilización, la campaña cultural de los hombres para educar su pareja, frustrada por el rechazo ‘inherentemente perverso’ de las mujeres a someterse, terminó en… una intensa guerra en gran medida en el campo de batalla de las palabras e imágenes.”
La escolaridad de la madre Monja doméstica y vampiresa sexual La escolaridad de la madre juega un papel sumamente importante en la educación de sus hij@s. Sin embargo, es muchísimo más importante la forma en que ella eduque a sus hijos e hijas porque será esto lo que determine en gran parte la forma en que sus hijos se comportarán en la sociedad. Muchas madres crían a sus hijos/as bajo una mentalidad polarizada y opresora que favorece directa y constantemente al barón. Se les enseña a los niños desde sus primeras etapas de vida a segregar a las niñas y verlas como objetos utilizables para las labores de limpieza, servicios y placer. Cuando esto sucede los ciclos de discriminación se tornan horriblemente difíciles de romper y se caracterizan por la ignorancia , la pobreza y la violentación en contra de las mujeres. La opresión que nace en el seno del hogar puede definirse como una relación de sometimiento por razones culturales, raciales o sexuales. Se refiere igualmente al uso de las desigualdades en función de poner en desventaja a un grupo social determinado.
El educador con visión integradora La educación con equidad de género empieza desde el hogar y no se debe relegar esta obligación exclusivamente al educador. Los educadores también están en obligación de asegurar que absolutamente cada espacio sea aprovechado por cada niña o niño, muchacho o muchacha, señor o señora dentro de su ambiente o entorno educativo. Desafortunadamente hay espacios educativos donde es claro evidenciar el desequilibrio existente entre el trato y desempeño hacia y entre los géneros, siendo en muchos casos las mujeres quienes fomentan tales diferencias. La equidad de género en la educación es impostergable si deseamos cumplir con los objetivos propuestos con visión de libertad plena y salud física, mental y emocional.
Bibliografía
Eisler, Riane. 1996. Placer Sagrado. Volumen 2: Nuevos caminos hacia el Empoderamiento y el Amor. Santiago de Chile